sábado, 28 de febrero de 2015

Cuentos completos de John McGahern
por Jorge Fondebrider


Nacido en Dublín, pero criado en Cootehill (Condado de Cavan), donde su tiránico padre estaba asignado como sargento de policía, John McGahern (1934-2006) conoció desde la infancia el rigor y las miserias de la Irlanda católica y rural que, posteriormente, se constituiría en el paisaje habitual de muchos de sus relatos. Con la publicación de The Dark (1965), su segunda novela, se enfrentó con la ira de la Iglesia la cual, amparándose en la censura oficial, consiguió que se la prohibiera. Sus desventuras no terminaron allí, porque, de inmediato, McGahern perdió su modesto puesto de profesor, teniendo que emigrar a Londres, donde trabajó como maestro particular y albañil. Posteriormente vivió un tiempo en España y en los Estados Unidos –donde dictó cursos en diversas universidades– hasta que, diez años después, volvió a Irlanda, instalándose en Mohill, en el Condado de Leitrim. Allí vivió hasta su muerte. Para entonces, ya se lo consideraba internacionalmente como uno de los mayores escritores de lengua inglesa de la segunda mitad del siglo XX y en su país e se lo idolatraba, ubicándolo al lado de James Joyce y de Samuel Beckett, aunque su literatura poco tiene que ver con la de esos ilustres compatriotas que lo precedieron. La admiración llegó a tal punto que, cuando McGahern murió, Mary McAleese –la actual presidente de Irlanda– hizo su elogio público, al que se sumaron políticos, intelectuales, artistas y simples lectores. 

En todos los casos, se destacó su inteligencia, su comprensión de la condición humana y su humildad. También hubo coincidencia en que sus libros resultan fundamentales para entender el alma irlandesa. Unos pocos temas –los mandatos de la sangre, las relaciones entre padres e hijos, la tensión entre la ciudad y el campo, el daño que la iglesia católica produce en la vida privada de las personas, el sexo disociado del amor, la pobreza moral, las múltiples formas del fracaso– le sirvieron a McGahern para sus fines. Claro heredero de Anton Chejov –por quien profesó una ilimitada admiración–, McGahern fue un maestro del claroscuro, del tono medio, las verdades no declaradas que se revelan sin estruendo, pero con un impacto definitivo en la vida de sus personajes. Todo ello le permitió, igualmente, trascender las meras fronteras de su patria para convertirse en un escritor universal de esos que, cuando se los lee, difícilmente se los olvida. Así se entendió en Francia, acaso el país que mayor atención le prestó a sus libros, al punto de que año a año se multiplican los estudios sobre su obra, y así lo consideró Gran Bretaña, donde sus novelas suelen ocupar los primeros puestos de esas listas ideales de cien mejores títulos que tanto parecen fascinar a los ingleses. Autor de novelas –The Barracks (1963), The Dark (1965), The Leavetaking (1975), The Pornographer (1980), Amongst Women (1990) y That They May Face the Rising Sun (2001)–, y de cuentos –Nightlines (1970), Getting Through (1978), High Ground (1985), todos reunidos con otros cuentos inéditos en The Collected Stories (1992) y, con nuevos agregados, en Creatures of the Earth: New and Selected Stories (2006)–, McGahern también realizó adaptaciones de textos ajenos –Tolstoy, Chejov– para el teatro y escribió piezas radiofónicas y guiones para televisión, además de una magistral Memoir, convertida, apenas publicada, en un documental televisivo.

Curiosamente, hasta fecha muy reciente, McGahern fue casi un desconocido para el público de lengua castellana. La editorial española Circe publicó las novelas El pornógrafo (1988) y Entre mujeres (1992) que, acaso por lo mal traducidas, ni siquiera despertaron interés de los lectores peninsulares, llegando a la Argentina apenas como saldos. Luego, la editorial Adriana Hidalgo, publicó La oscuridad (2008), una muy mala versión de la novela The Dark, en la que McGahern desaparece casi por completo, librado a la impericia del traductor. Ahora, la misma editorial, subsana el error y publica los Cuentos completos –para la crítica en general, la parte más medular de lo que McGahern escribió– en una traducción ejemplar.

Consultado, Gerardo Gambolini, el traductor de esta obra, señaló la invalorable ayuda recibida por parte del. profesor John Kenny, del Departamento de Inglés de la Universidad de Galway (Universidad Nacional de Irlanda). “Las dificultades –señala Gambolini– se centran tanto en la sintaxis (que puede pasar de la abstracción al coloquialismo y la exposición fuertemente subjetiva) como en la abundancia de claves arraigadas en tradiciones, historia y hábitos correspondientes a un marco cultural ajeno”. Dignas de figurar en cualquier gran antología del género –bastaría, por ejemplo, con citar “Mi amor, mi paraguas”, “Fe, Esperanza y Caridad” o “Reloj de Oro”–, la publicación de estas narraciones, sin duda, se constituye en uno de los mayores hitos de este año, tal es la profundidad y belleza de los textos que integran el volumen y la calidad con que se ofrecen al lector de lengua castellana.






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